LA FRONTERA INTERIOR, de Manuel Moyano
La sensación de este viaje de ocho días recorriendo Sierra Morena de este a oeste, es como si le hubiera ocupado al autor muchos más días. Tal es la sensación al final del libro de tiempo intenso y bien aprovechado, cuando se despide de esa semana larga. Hay muchos episodios por la geografía física de esta línea montañosa, una frontera algo más que física en España entre lo que hay al norte y lo que hay al sur. Al ser también una línea histórica, parece como si la peculiaridad de sus habitantes merecieran ser vistos de otra manera: una región con personalidad propia. El caso es que historia y carácter no le falta, y es a eso a lo que se ha dedicado el autor en tan pocos días, seguramente con la logística preparada. Hay muchas historias humanas, que son las mejores, personajes improbables, y lo mejor de todo, todavía sorprendentes. Lugares extraños, personas que cuentan su propia historia. Es mejor leerlo.
Supongo que todo ello también se debe a la mirada del autor: en los viajes, no hay dos personas que lo vivan de igual forma. En este caso no me ha sido una mirada invasiva, es decir, si algo agradezco de la literatura de viajes es que el viajero no sea el protagonista. Prefiero que se deje sorprender y que me sorprenda a mi. Suele ser más intenso y rico en matices una mirada al otro que un viajero ensimismado con lo que siente, que el viajero que lo mide todo por su criterio de me gusta o no, me parece bueno o no, o qué miedo o satisfacción he tenido. Si el viaje está en gran parte en los ojos de quien mira lo que ve, me alegro de que el autor haya cedido el protagonismo a lo que ve. Creo que un relato, incluso de viajes, es tan atractivo como atractiva es la personalidad del narrador. A una persona en seguida le pillamos la gracia, y eso no va a durar todo el libro. Pero si a traves de el se nos muestra la gracia de otros, en este caso el paisanaje de Sierra Morena, ahi la cosa cambia, adquiere colores fantasticos y te puedes perder en multitud de matices. Puedes decir una cosa y la contraria, puedes cabalgar caballos alados. A partir de ahí los viajes se despojan de muchas cargas y prejuicios, se consigue un viaje liberador y se vuelve a casa con la sensación de haber aprendido algo de los demás. Y lo que ve Moyano merece ser contado, es un buen viaje y una buena lectura. Se ha dejado enseñar y sorprender, y nosotros también con el.
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