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jueves, 2 de mayo de 2024

EL FUTURO ES HISTORIA, de Masha Gessen

EL FUTURO ES HISTORIA, de  Masha Gessen


Un libro con la intención de mostrarnos la evolución de la URSS  a la Rusia actual de la mano de siete rusos concretos y actuales, menos uno que acabó bastante mal. Tienen en común que han vivido la decadencia del estado soviético, el caos de los años 90 y el ascenso y consolidación del poder de Putin. Además, es gente corriente (menos el malogrado), con una genealogía del montón y procedentes de un ambiente cultural que, bien explicado, describe buena parte del país. Seguir la historia de cada una de estas siete personas busca entender cómo se ha llegado al actual estado de cosas en ese país. De eso trata este libro con una perspectiva sociológica.

Una de las líneas en las que profundiza el libro es el ámbito universitario: primaban las ciencias con fines prácticos sobre los teóricos y, aún más, sobre los estudios humanistas. De manera que estos últimos se fueron aprobando en la medida que encajaban en el ideario comunista y servían para manipular a los individuos y a la sociedad para los fines materiales del gobierno. Es lo que pasó con la sociología, aprobada en principio para conocer al Homo Soviéticus y lograr manejarlo para preservar el régimen. "¿Cómo abordar un tema que nunca se ha discutido? ¿Cómo recabar las opiniones de personas que no han tenido derecho a tener opiniones? ¿Cómo sostener conversaciones para las que no existe un lenguaje? Gudkov"

Se habla de científicos, de psicología ( freud , la sociología y el ambiente universitario) cuando aparece la ciudadana Arutyunyan: entra en juego la psicología en la época de Lenin y Stalin, de cómo va adquiriendo interés después, y la influencia de los grandes psicólogos y terapeutas mundiales cuando fueron a Moscú en los 80, y el "shock" ante lo que se encontraron. Un ejemplo, Víctor Frankl. Al hacer encuestas a los ciudadanos soviéticos de los 80 (las primeras), la conclusión fue que "El Homo Sovieticus no estaba adoctrinado. De hecho, el Homo Sovieticus no parecía tener convicciones profundas de ningún tipo. Su mundo interior estaba formado por antinomias, su objetivo era la supervivencia, y su estrategia era la negociación constante; la infinita circulación de juegos del doblepensar"  En cualquier caso, aquí se cuenta el trabajo del sociólogo Yuri Levada (1930-2006), y sus conclusiones, que son muy interesantes. 

Otra línea del libro sigue a un tipo peculiar, el bohemio Diguin, un tipo a la caza de libros prohibidos y lecturas heterodoxas. Un personaje sin mucho oficio ni beneficio que va dando bandazos durante el periodo de Gorbachov dado que por entonces la censura afloja y se permiten grupos ideológicos variopintas, extremistas muchas veces y bastante efímeros. Menos Duguin, un tipo que ha salido en los diarios españoles porque su hijo murió en un atentado durante la actual guerra de Ucrania. No iba dirigido a la chica sino a él. Por qué? Porque es el ideólogo favorito de Putin, el que justifica con ideas muy peculiares todo lo que hace este dictador. La autora nos explica como llego a esas ideas. Y observo como se mimetizan con la ideología de ultraderecha en Europa y EEUU.

Pero hay personajes mas anodinos, como Seriocha, hijo de maestra y madre soltera que trabaja con alumnos de arrabales y vive en lugares de extrema pobreza.

Lo normal es que, a través de gente mas anónima, se llegue a contarnos la vida de gente como Alexander Nikolaievich, un colaborador muy cercano a Gorbachov. Exiliado con un cargo diplomático en Canadá, el presidente de la URSS se lo trajo para implementar la Perestroika y la Glasnost, es decir, luchando contra los dogmas del Partido. Con el se nos cuenta el estado jurídico y de facto en el que se encontraban las distintas repúblicas poco antes de independizarse. El auténtico lío que se le escapó de las manos a Gorbachov, lo retomo Yeltsin para crear otra realidad política paralela a la URSS: la Comunidad de Estados Independientes. Asistimos al derrumbe del imperio soviético. Por tanto, vemos que la autora cuenta muchas cosas pero no de oídas, o recopiladas de medios o agencias de prensa. Ha escuchado a gente apropiada.

A través de Zhana, hija del gobernador Nemtsov conocemos los primeros años de Yeltsin: la hiperinflación, las privatizaciones, la rebelión del congreso bañada en sangre, las estafas piramidales a millones de rusos que entregaron sus ahorros como auténticos pardillos desconocedores del mundo salvaje que se les venía encima.
Se revelan datos de la represión stalinista descubierta por la comisión de rehabilitación durante los años de Gorbachov, hasta que se prohibió desclasificar documentos soviéticos por parte de las instituciones rusas que los heredaron (Putin). Tan desfondada estaba Rusia que al comienzo segundo mandato de Yeltsin, en 1996, se lanzó un proyecto de búsqueda ideológica nueva que cohesionada un país deprimido.

Gudkov y la sociología. A través de él se estudia a los rusos y las implicaciones civiles y emocionales que les supuso el pasado soviético, la ruptura con él y la inseguridad generada con Gorbachov y con Yeltsin. Las consecuencias atribuibles al régimen comunista en la conciencia de muchos individuos fue catastrófica. En general, una población traumatizada. Si en 1989 buscaban su identidad en el futuro abstracto, aborreciendo de su ser soviético, en 1994 ya estaban añorando el pasado. Yeltsin empezó a gobernar al dictado de las encuestas de deseos de la gente y de la popularidad propia. Esta es una parte importante del libro, junto con la lucha de Nemtsov contra los nuevos oligarcas. Hay que tener en cuenta que, para entonces, los reformistas del 89-94 habían sido sustituidos por los sucesores de la nomenclatura, del antiguos comunistas. La llegada de Putin es de lo más paradójico: aunque previsible mirando hacia atrás, no era fácil verlo venir. 
A partir del nuevo milenio ya todo es Putin apoderándose de las instituciones por las malas o por las muy malas. El relato es una enumeración de crisis en las que se embarca Yeltsin, como la de Chechenia, el secuestro del teatro Moscú, o las extorsiones, secuestros y desapariciones de todo aquel que no se pliega a sus planes. Para entonces, la sociedad ha dado un gran giro hacia los valores soviéticos con la nueva lectura que Putin hizo de ellos. 

Un montón de teorías conspiranoicas compiten entre sí por apoderarse de la imaginación de una sociedad vacía, tal como salió de la URSS. Todo por recuperar un pasado glorioso y justificar un destino excepcional para Rusia. Como si Trump les hubiera dicho aquello de "hacer a Rusia otra vez grande" mucho antes que a los norteamericanos. Tal vez Duguin sintiera algo parecido con semejante lío ideológico cuando escribió La revolución conservadora. El caso es que se acabó convirtiendo en el politólogo del nuevo régimen: lees algunos párrafos suyos, y entiendes el sentido de lo que está pasando. 

Putin desmontó lo poco que quedaba de un sistema democrático sobre el papel. El aumento del precio del petróleo dio una calidad de vida nueva a la gente porque se invirtió en ella, a cambio de eliminar protestas, amenazar a otras repúblicas exsovieticas, acabar con la oposición e ir haciendo lo propio con instituciones no gubernamentales. Todo con la música de Duguin: el nacionalismo de corte autoritario, tradicional, violento y xenófobo. 

Liosha, otro protagonista fundamental del libro, representa el ascenso académico de un chico gay, que abre una vía de estudios LGTBI pionera en Rusia, a nivel universitario en Perm, y como va chocando con el mundo académico reaccionario. Tirando de este hilo, he encontrado un argumento del que llevo tiempo sospechando: la inequívoca unión de intereses entre la extrema derecha de USA y URSS en los debates sobre políticas de género, derechos sociales de minorías, la familia vista de la forma más tradicional, el desplome demográfico, etc. Hay una línea directa, con nombres y apellidos, que une a departamentos de sociología, grupos de presión y encuentros internacionales de estos dos "imperios", y a algunos elementos de extrema derecha de otros países como España. Es una parte muy aclaratoria e interesante de este libro. Si a esto se une el tipo de sociedad absolutamente desfondada y sin expectativas que salió a relucir con el hundimiento de la URSS, vacía, sin formación y desconfiada, tienes con Duguin el clavo ardiendo al que agarrarse sin entenderse mucho de nada. Tremendo. 

Con Masha, otra protagonista, veremos también cómo se corta con la libertad de manifestación, las demostraciones de la protesta contra el gobierno, como asciende Navalny, como se acaba con las Pussy Riot, como se ve pederastia en todo, como se usa esa acusación para acabar con cualquiera, como las políticas conservadoras de familia se adueñan del espacio público hasta límites que cuesta creer. Llegamos a los Juegos de Invierno de Sochi, la guerra de Chechenia, el maidan en Kiev y la huida a Rusia de su presidente (un submarino de Putin). Y con ellos se comenzó la invasión de Crimea con soldados sin distintivos pero que todos sabían rusos. Por el camino despiertan muchos discursos de Putin y de Duguin, esclarecedores para interpretar lo que estaba pasando. Las sanciones llegan con la invasión de Crimea, y se amplían. Tanto las sanciones, como la guerra misma, y las crecientes penurias económicas de la situación parece que no influyen en el grado de aceptación de Putin entre la población, siempre alto. Pero es que los pocos miles que salen a la calle para protestar son detenidos. El clima se hace irrespirable. Muchos viven su angustia sin manifestarlo, como en época soviética. Con las paranoias del acoso de EEUU, de los pedofilos, y de los rusos irredentos. Y la falta de respeto hacia la libertad de las personas y de la vida humana. Tengo la sensación de que los rusos nunca dejaron de ser súbditos, nunca ciudadanos. 

Al final está el uso de partidos políticos de extrema derecha occidentales para los planes de desestabilizacion del Kremlin, algo que se va demostrando poco a poco. 

En el contexto de la pérdida de libertades en Rusia, está la introducción de personal nuevo que funcionaba como comisarios políticos en diversas instituciones, el uso de la represión de minorías para unificar la población. Se entiende mejor que Ucrania luchara tanto por liberarse de políticos prorusos. Ucrania es una Rusia alternativa que Putin no se puede permitir. 

El relato va dejando a los rusos protagonistas, conforme este libro se apaga, en destinos diferentes: Nemtsov asesinado cerca del Kremlin, otros amenazados y exiliados, como Kasparov. Un amigo suyo murió con un coche bomba. Alguno envenenado. Algunos en prision, en espera de juicio o con condena firme. En 2017 Navalny perdio un ojo cuando le arrojaron ácido a la cara. Aunque el libro es un poco anterior, este político con gran atractivo para mucha gente murió hace muy pocas semanas (2024). Y a Stalin como el personaje más importante de la historia rusa en las encuestas, justo por delante de Putin y Pushkin.  

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