NOSOTROS MORIMOS SOLOS, de David Howarth
Este libro me ha resultado fascinante de principio a fin, porque es una historia de aventuras total. Sucedió en el Ártico, a Jan Baalsrud (el protagonista) le persiguieron los nazis durante meses y cuenta con muchos momentos de esfuerzo heroico entre la gente más olvidada del mundo. Es real, el autor viajó con el protagonista 10 años después para volver a hacer el mismo trayecto pero sin el aliento de los nazis en la espalda. Y lo mejor de todo, es que esta semana santa estuve por allí mismo, en la misma época del año en que ocurrió todo, y sin saber que podría poner imagenes actuales a una historia memorable.
Al inicio, el 24 de marzo de 1943, se trata de doce hombres enviados por Inglaterra, 8 tripulantes y 4 comandos o espías, de los que solo escapa Jan en la bahía de Toftefjorden, playa de una de las muchas islas que rodean Tromso, región por encima del Circulo Polar Artico, en Noruega. Alli fueron apresados por la cañonera nazi, uno murió en el momento del tiroteo para atraparlos. Después de la refriega, algunos llegaron heridos a Tromso, pero a los tripulantes del barco y a los espías los fusilaron, aunque dos de ellos murieron torturados en el cuartel de la Gestapo de la ciudad. Además, fusilaron a dos marineros locales que iban a ayudar a los espías, y a dos prominentes miembros de la resistencia antinazi en Tromso los deportaron a Alemania de donde nunca regresaron. Pero Jan, uno de los cuatro espías embarcados que tenían por misión recabar información y formar células de resistencia y sabotaje contra la ocupación nazi, se les escapó desde el principio.
El relato tiene dos tonos anímicos muy diferenciados: la primera parte en que, aun levemente herido, consigue el apoyo de la población y logra escapar a la persecución con un ánimo esperanzado y alegre de verse cada vez más cerca de la frontera sueca. Se ve ganador. Pero en los Alpes de Lyngen pasa una catástrofe para sus posibilidades, algo terrible. Si parecía un milagro que cada vez burlara a los nazis, después parece un milagro que Jan no muera un montón de veces de frío, de hambre, de miedo y de desesperación. Esta es la parte más dura del relato.
El relato de Howarth esta muy trabajado, se nota que ha conocido el terreno y a la gente que interviene. da importancia a detalles que, en medio de la acción, de la tensión y el sufrimiento en aumento, se nos escaparían, como por ejemplo la importancia del uniforme de la marina mercante mientras esquiaba por las carreteras. O las motivaciones de la gente de las granjas para ocultarlo, darle comida, etc. Era una época en se recurría al brandy para quitar el frío...
Hay momentos en los que el peligro no es que pase una patrulla nazi cerca de donde está escondido Jan. Por ejemplo, en todo momento se trataba de que se supiera de la misión de Jan por cuanta menos gente posible, pero es tal el peligro de muerte de Jan que, o lo dejan morir solo o piden ayuda a todo el mundo para curarlo y sacarlo del país como sea. Por eso se vio involucrada un montón de gente en torno al fjordo de Lyngen, donde había muchos acuartelamientos nazis. Ocultar a espías se penaba con la muerte de toda la familia. Aquí empieza un calvario para Jan porque entre Lyngen y la frontera sueca hay un altiplano congelado a varios grados bajo cero todo el dia por donde hay que pasar sin remedio. No vive nadie arriba, ni hay refugio posible. Como lo perseguían en pueblos y carreteras, allí se mantuvo 27 días en total, aunque con visitas de los vecinos a veces diarias a veces tras casi una semana, sobre el altiplano: un ejemplo brutal de supervivencia, atado a un trineo, sin moverse, a veces enterrado por tormentas de nieve. Era la pesadilla del trineo, con Jan a ratos inconsciente. Este libro también puede leerse como un relato de esquiadores nórdicos a la aventura, o de un episodio de guerra. Es un Salvar al soldado Ryan a toda costa, pero con otras preguntas que las que se hacía a Ryan para merecer ser salvado. Aqui Jan parecía que, en el mejor de los casos, sobreviviría sin pies y destrozado psicológicamente, entonces ¿merecía la pena que tanta gente se jugara el pellejo y el de su familia o pueblo por un hombre que no iba a volver a combatir ni a hacer nada? Por peligroso que fuera, tal y como se describe, la otra alternativa de Jan era que muriera de gangrena o apresado por los nazis. Por suerte, tanto esfuerzo y peligro tuvo un premio que nadie hubiera podido adivinar en los peores momentos. Eso lo dejo para los lectores.
El final de la aventura se atisba unas páginas antes, pero el autor, que se nota muy metido en la historia, nos lo desvela como una sorpresa.
Los noruegos locales que delataron el barco que llego a las costas de Tromso, causa de la muerte de 15 personas, un tendero y un funcionario, fueron condenados tras la guerra a 8 y 14 años de prisión respectivamente, más el desprecio de la población de por vida. El autor procura no cargar las tintas sobre delatores, y menos aún sobre quienes cantaron bajo tortura. Fue la forma que los noruegos de la zona tuvieron para rebelarse contra la ocupación nazi.
Un aspecto que no deja indiferente de la narración es como describe a los lapones. Esta claro que el autor exhibe un conocimiento que no es propio, sino de otros, oido de gente común o leído, y al ser tan poco ambiguo, tan categórico, me queda la duda de si es justo o no con ellos. Tiene toda la pinta de emitir juicios extraídos de opiniones consensuadas pero muy poco científicas, así que las pongo en cuarentena hasta que las pueda contrastar.
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