HOMBRES EN MI SITUACIÓN, de Per Petterson
Tenemos a un hombre todavía joven, antiguo obrero de una fábrica de Oslo, pero ya un reconocido escritor, que en algún momento ha obtenido una beca para poder terminar el libro que refleja la vida caótica en la que está viviendo. Es Arvid, y su forma de vida últimamente consiste en conducir su coche, vivir a ratos en él cuando no soporta las cuatro paredes de su casa, y sobrellevar el año que lleva separado de su mujer, Turid, y sus tres hijas. Un desastre interior visto como él nos hace ver. Y en eso, al comienzo del libro, su mujer le llama pidiendo ayuda en una situación extraña e inexplicable, por decirlo suavemente. Puede parecer que estoy revelando el argumento, pero para nada: esto es solo muy al comienzo. El protagonista mismo parece ser sincero y concreto consigo mismo, es 1992. Está escrito años después con 38 años
Hay algo más que tiene a Arvid hundido, el famoso incendio de un ferry. Aquello fue difícil de superar por la muerte de parientes cercanos. Pero las diferencias con Turid vienen de más lejos, es la separación de gustos por ciertos asuntos: mi música, tu música, mis amigos que no son los tuyos... parece que en realidad, no se soportan pero sin llegar a conductas agresivas. Y el sentimiento de culpa, las dudas y el propio reconocimiento de su falta de hombría lo tienen anímicamente hundido. Es todo lo contrario al típico hombre maduro seguro de sí mismo. De esta desesperación nace un mundo propio, algo obsesivo hacia su exmujer Turid. Un relato triste, deprimente en general como lo es en la ficción el propio Arvid. Así se lo comentan otros personajes respecto de sus libros. Le zarandean en una discoteca, cualquiera le pone mala cara, y el se deja e incluso lo justifica.
A veces, dentro de una de las historias que cuenta, repite un detalle como si no supiera muy bien cómo interpretarlo. Sucede en momentos un poco humillantes para él. Retrata un poco más ese carácter apocado de Arvid, que parece desquitarse de ello acostándose con toda mujer que le llama la atención, o al menos intentándolo. Diría que algunas se acuestan con él (o lo intentan) por pura pena. Las relaciones con las mujeres suelen estar bien contadas, a veces son encuentros casuales que le desarman y le dejan con sensación de no haber cumplido como debía ni en la cama ni fuera de ella.
Una de las cosas que más me llama la atención es ver cómo cuando desarrolla un recuerdo, el mismo te cuenta cómo se vino abajo anímicamente. Cómo afectó eso a las personas que acompañaba (principalmente sus tres hijas cuando le visitan), como le alejaban de la gente estas situaciones. La huella de su exmujer es un hueco a su lado mucho más grande que él, un pozo por el que cae sin misericordia alguna ni autocompasión. El no podía entrar en el grupo de amigos de su antigua esposa, "los coloridos" como los llama por su atuendo vistoso. No está en su gris naturaleza.
En el libro Oslo tiene mucha significación porque Arvid no para quieto: se mueve por todos los barrios de la ciudad. Para él tienen su propia personalidad, pero a la mayoría de los no noruegos seguramente es algo que se nos escapa.
¿Por qué le pasan estas cosas? ¿Por qué hace justo lo contrario de lo que pretende? Tal vez porque, como dice en ocasiones, "yo no era así". No deja de jugar al despiste consigo mismo, aunque es evidente que no lo logra. De eso va la novela, una historia interesante pero bastante escurridiza para contarla en dos palabras. Es un hombre en situación de no creerse feliz nunca. El tipo de gente que, cuando se le aproxima la felicidad, rehuye ese estado como si algo mas le faltara, o no lo mereciera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario