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lunes, 24 de febrero de 2025

LAS MONTAÑAS DEL OCEANO, de Bertrand Dubois

 LAS MONTAÑAS DEL OCEANO, de Bertrand Dubois

Este libro va de romper con lo conocido y atreverse a descubrir más cosas. De cumplir sueños, de no dejar de ser joven e inquieto por tu entorno. De romper con los localismos. Y eso, viniendo de la mano un guía alpino profesional, significa subir más la apuesta por su profesión, o meterse en tinglados muy diferentes a los que se dedica. Con sus 220 páginas confirma ambas ambiciones: navegar y escalar en la zona de los rugientes 50º.

Dentro del relato hay un gozne que separa, por un lado, las preocupaciones de Bertrand Dubois y sus numerosos compañeros, y por otro, la acción misma del viaje a las islas Georgia del Sur: el 16 de septiembre de 1979. Es la fecha en que se dirigen hacia las islas, un pequeño archipiélago de soberanía británica perdido, directamente, en el culo del mundo. Lo alcanzaron el 5 de enero del año siguiente tras pasar por Rio de Janeiro y Buenos Aires, y lo hacen navegando el Basile, un velero con motor. Era una embarcación nueva. Basada en otra anterior llamada Damien II, estaba diseñada para ellos que eran alpinistas y guías de Chamonix y Saint Gervais, con muy poca preparación marítima en principio. Pero tanto le gustó a Dubois el tema que después de esto se convirtió en patrón de barco e hizo más viajes. 

Así que hasta esa fecha en que comienza el verano austral tienen mucho trabajo por delante. Dubois y unos pocos "insensatos", que han decidido ser jóvenes a conciencia, por pura aventura, y con provecho de ello (porque si algo destaca de gente capaz de hacer esto es ser muy sensatos), han tenido que buscar una cuantiosa financiación que no poseen a priori. Endeudarse hasta las cachas, como solemos decir, pero a la vez ir marcando posibilidades de crecimiento económico para que los bancos y marcas de material deportivo se fíen de ellos. Todo ello muy interesante y que hace añorar otras épocas para semejantes lances épicos. Además, aunque entre saboyanos y bretones ocho fueran los expedicionarios, la preparación del viaje tiene el mérito de sumar los esfuerzos imprescindibles de mucha gente que no les iba a acompañar, de gente bien dispuesta, con recursos útiles, que quería ver conseguida la hazaña de Dubois y sus amigos. En este sentido, lo que cuenta es que este viaje es un buen ejemplo de echar a andar una propuesta difícil y colectiva a través de unos seis años de preparación.

El otro lado del gozne del 16 de septiembre lo marcan las estimulantes etapas del viaje, su exploración marítima y alpina en torno a las montañas del océano, las de las islas de Georgia del Sur. Este viaje es una mezcla muy interesante de retos novedosos. A esta cadena montañosa aislada se la califica como los Alpes del Sur. Tiene su máxima altura en el monte Paget, de 3000 m. Van coronando esta y otras cimas en medio de una meteorología horrible, con mapas poco definidos, cruzando algunos caminos de Shackleton en su odisea, una de las inspiraciones del autor para el viaje. Está enterrado en el cementerio de la isla. Aunque la isla tiene algo de cementerio: quedan numerosos trastos y edificios arruinados de la época de los noruegos y sus andanzas balleneras. Para las salidas montañeras el barco los deja y los recoge en puntos costeros convenidos, pero siempre hay un fuerte riesgo: el lado más fácil de la ascensión de un pico es el más difícil para evitar escollos y arrecifes peligrosos para la aproximación del Basile. Pero no importó demasiado: aun con precauciones, me parece que iban sobrados. Subir el Paget marca un antes y un después, eliminan ansiedades y disfrutan más de sus salidas por la isla entre excursiones, ascensiones, convivir con la fauna y descubrir varias estaciones balleneras noruegas abandonadas desde hacía mucho, entre los huesos de ballenas abandonados. Estan los restos de seis estaciones, la ultima se abandonó en 1965. Y, salvo contadas ocasiones, siempre con un tiempo lluvioso y ventoso, a veces nivoso. 

El relato nos describe un paisaje alpino difícil de igualar, salvaje, perdido, al alcance de muy pocos por lo aislado y lejano que es. Dubois en todo momento se deja llevar por el entusiasmo de haber llegado y estar allí, por solventar situaciones engorrosas. La convivencia entre ocho personas tan dispares no es un logro menor. Acabado el visado de dos meses concedido por los británicos, regresaron a Francia. 

Por saber algo más del autor, aunque el relato del libro no va mas allá de 1980, Dubois, con su esposa a bordo del "Baltazar" viajaron por Noruega, Groenlandia, Brasil, Malvinas, Tierra del Fuego y Cabo de Hornos, Magallanes, Antártida, Chile, Isla de Pascua, Tahití... El libro en Editorial Juventud es de 1986.
También se implicó en la causa ecologista. Todo un personaje.

sábado, 22 de febrero de 2025

TOR. LA MONTAÑA MALDITA, de Carles Porta

 TOR. LA MONTAÑA MALDITA, de Carles Porta

Esta historia responde al dicho de Pueblo pequeño, infierno grande. Es por un tema de envidias acerca de la posesión de una montaña justo al norte detrás del pueblo de Tor (algo que se llevaba arrastrando unos 100 años), que en 1995 el más enconado y más bruto de los 13 censados aparece asesinado en su casa en unas circunstancias poco claras. El caso es que es un sitio que solo parece interesar a los hippies tardíos o a los que desean desaparecer por algún motivo del mundo. No parecen tener muchas ganas de pisar ese culo de saco que es Tor ni la policía ni a las autoridades judiciales. Pero hay dos gallitos enfrentados entre esos trece censados, y eso toda la región lo sabe. Así que, ¿para que ir a provocar? Frente a la desgana de las autoridades frente a los recurrentes conflictos entre estos dos gallitos, un tal Sansa y un tal Palanca, la actitud es la de que "cuando alguien pida ayuda ya iremos". Los dos elementos citados son dos piezas de cuidado, matones de baja estofa, mal encarados y muy enredadores. Como imanes, atraen a otros personajes del mismo género. Incluso atraen a gente que prefiere vivir a su aire sin montar conflictos en una especie de camping que Sansa montó. Pero hay más, una pieza enigmática del caso que puede extender la trama de los asesinatos fuera del valle de Tor, como son los frecuentes convoyes de contrabandistas, porque la montaña de Tor hace de frontera con Andorra. La propiedad de esa montaña (término iberovasco que significa cerro segun he leido) es la que controla el paso de este lucrativo negocio, y el de unas posibles pistas de esqui, y ademas una posible urbanización con todos los servicios posibles a un lado y otro de ese collado fronterizo. Y no es todo... porque he escrito crímenes. ¿En plural? Si, porque ya hubo dos asesinatos en 1980 relacionados con todo esto y en el mismo pueblo que quedaron semiolvidados, eran gente de fuera. Otro negocio importante de la montaña es la extracción de madera. Por tanto, era muy importante la titularidad de esa montaña, que había quedado muy mal atada a finales del siglo XIX entre los vecinos de Tor. A todos estos actores del drama persigue Porta grabadora en mano en el ambiente gélido de la montaña.

No se trata de reventar la historia contada con detalles, porque en ellos tiene gran parte del interés el libro. Este true crime sin terminar de resolver es una novela de no ficción, por lo que rápidamente le viene a uno el género creado por Truman Capote con A sangre fría. Carles Porta no es precisamente Capote, pero me da que le importa poco. No ha pretendido más que esclarecer un crimen donde ningun otro (policía, jueces, vecinos) ha podido demostrar quién fue el culpable. O quienes. Porta tampoco lo señala, pero tiene su candidato a malo de esta historia. Que cada uno judge, parece decirnos como mensaje final de estas 365 páginas. Tampoco me parece un narrador muy conocedor del pirineo leridano, ni de los modos de vida vigentes de antes ni de ahora entre los habitantes de aquellos valles tan mal conectados con los centros urbanos. Alguna montaña he hecho por allí cerca cuando no tenía ni idea de estos sucesos, y sí puedo imaginar que quien necesite aislarse del mundo en esos valles lo tiene facil todavia. En 2023 habia censados oficialmente 14 personas, y oficialmente había 28 dueños del monte Tor, pero con distintos privilegios a la hora decidir.

El libro es fácil de leer, entretenido, se detiene un poco en personajes extravagantes, sórdidos o frikis que tienen algún interés en Tor, o pasaron por allí. Lo cuenta llanamente, sin darle demasiadas vueltas a temas que no respondan a unas pocas preguntas: ¿Quien tenía motivos para matar a Sansa? ¿Quien dijo estar allí para verlo? ¿Qué secretos guardaba Sansa para fanfarronear tanto? ¿De verdad tenía mucho dinero oculto bajo el suelo de su casa? ¿Quien se beneficiaba de su muerte? Y finalmente, ¿quien fue la mano ejecutora? Una vez mas, son mas interesantes las vueltas que da Porta, con el cámara y el técnico de sonido, para grabar su reportaje televisivo con gente peculiar que le cuenta cosas inesperadas, que la propia contestación exacta a esas preguntas.

jueves, 20 de febrero de 2025

AUA, de Knud Rasmussen

AUA, de Knud Rasmussen


"Si me había propuesto trabajar en particular con los con los chamanes era porque, cómo es fácil de suponer, por lo general son personas que tienden a profundizar más en los interrogantes espirituales que se plantea la tribu. Si bien las leyendas son una buena expresión de la fantasía esquimal, la idea de conjunto de su cultura espiritual hubiera resultado monótona de no tratar de proporcionar una imagen lo suficientemente exhaustiva de la fe y las supersticiones. Solo así se puede captar de verdad algo del pensamiento que ocupa la mente del hombre primitivo."

Un extracto de su largo viaje, en tiempo y espacio, por el Ártico para conocer las similitudes y diferencias de los pueblos inuits que por allí viven. El interés es antropológico desde las confesiones de un hechicero convertido al cristianismo, Aua, y su mujer, que le revela sus secretos de chamán en la isla de Baffin, perteneciente a Canadá. El autor observa las relaciones dentro de la familia y entre clanes, los muchos emparejamientos de mujeres con distintos hombres a lo largo de su vida, así como la antropofagia cuando está en juego la supervivencia de la tribu. Y es que muchas de las costumbres menos comprendidas por los occidentales tienen que ver con la supervivencia de esta gente en un lugar extremo del planeta. 
La temperatura exterior del igloo, durante aquel viaje, andaba por los -30 o -40°C, con una mínima récord de -57°C cuando estaban cazando morsas.

Las muchas horas en el igloo dan para muchas conversaciones, como las experiencias extracorpóreas de viajes a un más allá, la importancia de los tabús, las escenas de caza vividas, etc. Además, da la sensación de que, a lo largo de la vida de un esquimal, según la cuenta, los momentos de falta de caza son unos cuantos y hacen que, por el hambre, sus vidas pendan de un hilo. Al final del libro, cuando más franco se muestra Aua, le explica cómo se convierte uno en chamán, que ritos sufre. Cuenta su propia existencia desde el vientre de su madre hasta su conversión al cristianismo. Y se sincera cuando explica el sentido de tantos tabús, de tantos ritos complicados, de esas historias que pasan de generación en generación: el temor a morir por la existencia que llevan, tan dura, tan desoladora. Ese momento de apertura del alma de Aua es desconsolador: paseó a Rasmussen por algunos igloos, vieron venir a los cazadores con las manos vacías en un día tormentoso, casi sin luz, para explicarle que hay muchos aspectos de sus vidas diarias que les producen miedo.

En otro momento del viaje Rasmussen vuelve a hospedarse con Aua, y el autor refiere cómo adoptó el cristianismo y sus ventajas al suplantar las antiguas creencias. Sin embargo, las viejas costumbres se mantuvieron más tiempo. Aua dejó de ser el chamán para ser el responsable cristiano de los recién convertidos, su familia. Solo así pudo Rasmussen conocer los misterios de la antigua creencia, sin miedo a ofender a los antiguos espíritus puesto que Aua ya se había despedido de ellos. Conoció las visiones de Aua, los viajes después de la muerte, sus viajes al cielo y al fondo del mar.

De la interacción del blanco con los esquimales da cuenta un ejemplo, el asesinato de un comerciante blanco por un esquimal, el choque de mentalidades y las consecuencias para los nativos del Ártico. 

Muchas leyendas son patrimonio común de esquimales en Canadá o Groenlandia. El libro prosigue con un compendio de los tabús que, bien pensado desde muy lejos, es una locura seguir. Lo mismo que con los amuletos, todo está en no perjudicarse cabreando a los espíritus de los muertos, ya sean humanos o de animales cazados. Uno piensa en la bondad del cristianismo, la nueva fe de Aua, en comparación. Por eso hay también malos espíritus, los enfadados, los espíritus de la montaña, de animales fabulosos y los troles de los ojos, y a todos ellos los aplaca el chamán. Luego quien recuerda su vida es la mujer de Aua, llamada Orulo, que significa Difícil. 

El libro tiene una parte de literatura de viajes por las desolaciones árticas, su rara y rigurosa belleza, y también de viaje por ese caminar, hasta donde se puede, en la mente y el corazón de los esquimales, con esas rarezas para mi, que nada se de ellos. Satisface mucho esa curiosidad si tienes ganas de viajar a través de un libro si buscas algo más que un relato de turista o de deportista.

Que las pocas páginas del libro no alienten una lectura escasa de contenido.

martes, 18 de febrero de 2025

ORIENT-EXPRESS, EL TREN DE EUROPA, de Mauricio Wiesenthal

ORIENT-EXPRESS, EL TREN DE EUROPA, de Mauricio Wiesenthal


Este libro ha sido una experiencia un tanto presuntuosa. Su autor nos describe su temprano amor hacia este tren que hace las delicias, todavía, de los amantes de la opulencia. Básicamente es una experiencia viajera que Wiesenthal nos vende para intelectuales con gusto refinado. Nos cuenta los orígenes del tren, sus peculiaridades qué lo hace diferente a otros en cuanto te subes: el servicio, los modelos de vagones, las miles de anécdotas que lo acompañan a lo largo del siglo XX, su decaída y resurrección gracias a magnates que fueron encontrando vagones perdidos y maltrechos por toda la geografía europea al finalizar la II Guerra Mundial. Para él, la muerte del tren ocurrió en octubre de 1977: fue su último viaje, y pronto se subastaron vagones y cualquier otra cosa que recordara estos viajes. Algunos vagones formaron parte de otras líneas de trenes lujosas, como el Train Bleu donde se unían en 1976 a otros vagones de lujo de la época del imperio austrohúngaro. La mayoría, posteriormente, los fue adquiriendo el naviero James Sherwood y su esposa para poner en marcha otra vez, restaurados, la línea del Orient-Express.

La historia, desde 1887, es la de un hotel rodante, la de un flujo de ideas de un extremo a otro del continente, y eso nos lleva a conocer la historia de Europa desde la historia de las fronteras que atravesaba, tan cambiantes en un siglo. Eso viene aderezado con los hermosos diseños con que se construyeron, el lujo de sus terminaciones, las distintas líneas o derivaciones de la línea Londres-Estambul. Las películas inspiradas en el tren, las personas famosas que lo frecuentaron, por ejemplo las veleidades fastuosas de Hassan II de Marruecos (porque todo lo relacionado con este tren es arte y tradición), del rey Eduardo VII, de Josephine Baker, la Sisi de los Habsburgo... Proust sale intermitentemente, se nota que le gusta. Están La Bella Otero, incluso un fragmento dedicado a ferroviarios y fogoneros. Están la vida de un magnate de las armas y el espionaje internacional como fue Zaharoff, del diplomático sueco Wallenberg.  Es la crónica de sus descarrilamientos, averías de la calefacción en medio de la desolación cubierta de nieve, atascos por aludes, ataques de bandidos con el tren detenido y los postes del telégrafo caídos. Y algún atentado. Lo que no oculta, es su rechazo al mal gusto, a la falta de orden y la vulgaridad, al comunismo, el nacionalismo y el mayo del 68. Es que este libro es realmente una excusa para ajustar cuentas sentimentales con casi todo.

Si solo fuera esto, no habria tenido mas de una gana de abandonar su lectura. Lamentablemente Wiesenthal no nos priva de sus gustos muy personales, sus prejuicios que poco me interesan, los comparta o no. La parte más personal de su vivencias ocupan fundamentalmente la segunda parte del libro, cuando llega a Estambul en un relato que parece sacado de una novela con influencias victorianas.

El se define en su gusto por lo romántico y decadente. Y eso impregna cualquier atisbo de verdad que uno pueda encontrar (¿Verdad aquí? Será cinismo). Siento su estilo convertido en pose para el lector. Y con su experiencia, ha convertido el viaje en el Orient-Express en un cuento de Las mil y una noches, nos ha metido en una burbuja de gusto por lo decadente, lujoso, individualista, de mirada paternalista hacia los que cumplen la función de servirle (ya sea camarero, fogonero o artesano de la marquetería), de esos que piensan que todo esfuerzo conlleva su premio inevitablemente, la admiración, el respeto social. Es un moralista chusco, anticuado y metido en una burbuja apartada de la realidad de los trabajadores. Quiere ser un émulo de Stefan Sweig pero le falta calidad y agudeza. Se impulsa en los cotilleos aristocráticos y recuerda a la prensa rosa de aquel Villalonga del siglo pasado.

"...porque los que compartimos una fe -especialmente los más sencillos de alma- nos entendemos, hasta el fondo del corazón, con cuatro palabras, miradas y gestos". Mauricio Wiesenthal, antes muerto que sencillo.

Para quitar el mal sabor de boca, unos párrafos mejores:  "Aprendí en el ya largo trayecto de mi vida que lo importante no es lo que podamos hallar en nuestro destino -aunque lo llevemos tan lejos como el más allá-, sino todo cuanto hemos aprendido, amado y esperado en las horas de búsqueda y de viaje."

Pero luego se deja esta perla: 
"No sé hasta qué punto los europeos son hoy conscientes del orden internacional que se perdió con las guerras mundiales del siglo XX, y dudo de que queden muchos espíritus lúcidos y capaces de denunciar las charlatanerías de cierta prensa, las mentiras de algunos educadores y políticos, y la falta de respeto a los sagrados valores del trabajo que son el único fundamento del progreso. Todo pueblo enriquecido que no vive en la exigencia del trabajo y de la cultura está condenado a la violencia, a la irresponsabilidad y a la ruina.

Leo este último párrafo y me sorprende su falta de autocrítica: si tan poco le gusta nuestro tiempo, y le parece más razonable el suyo, ¿como han dejado torcerse las cosas de esta manera, según las ve? ¿O se limpia las manos? No digo que ahora todo fluya maravillosamente, pero sin duda, a cada tiempo sus problemas. Pero como le pasaba a su maestro Stefan Sweig, creo que el también parece haber vivido en la burbuja de la cultura, la alta sociedad, el placer, el buen gusto... no creo que le haya tocado tirar de pico y pala, o conducir una carretilla elevadora ocho horas, sin saber que hay más vida siempre. Hay otras partes menos bonitas pero incluso más interesantes. Echar flores a los empleados, como hace el autor en este libro, es como echar una propina al camarero porque te puso buena cara aunque por dentro este hasta los cojones del trabajo, del jefe, del autor y de todo lo que se menea por un montón de motivos que pueden tener mucho que ver con el adorado Orient-Express y él es incapaz de anotar. Solo si crean una belleza artesanal para él, celebra a esta aristocracia del trabajo manual, que tiene su mérito innegable. Pero utilitarista, solo cuando le sirve para su placer. Para evangelizar sobre la ética del trabajo, debería hilar más fino. Que bueno es el trabajo... cuando eres el cliente, y te lo puedes permitir. 

El libro desprende un olor a polilla desagradable. Cada tiempo tiene sus más y sus menos. Habría que saber lo que decían los hombres de la edad que ahora tiene el autor sobre un tren con tantas ínfulas, en 1887 o después. Según creo, la revolución industrial pasaba una factura muy dura a gran parte de la población. ¿Qué diría de un tren del lujo y la ostentación? Valoro positivamente las anécdotas y los datos, lo que menos aprecio son las valoraciones moralistas de brocha gorda y ancladas en el pasado del autor, ciegas a lo que no es capaz de entender aunque esté siempre delante. 

"El lujo es para mí, la conservación del arte y de la historia. Y todo lo que no tiene espíritu me parece de mal gusto". Yo diría que este hombre confunde el lujo con el espíritu.

En definitiva, un autor encantado de haberse conocido a través del Orient-Express. Como dice al final, no todo lo que uno sabe lo ha tenido que ver obligatoriamente, afirmación clave para la segunda parte del libro. Esta más interesado en la belleza que en la verdad. Una experiencia muy alejada de mis intereses en general, por lo que de este libro, al final, se me olvidará lo leído en seguida. 

lunes, 17 de febrero de 2025

CUENTOS DEL LEJANO NORTE, de Thierry Mallet

 CUENTOS DEL LEJANO NORTE, de Thierry Mallet

Mallet se dedicó a la compra de pieles en el norte de Canadá durante las primeros años del siglo XX para una empresa que rivalizaba con la famosa Hudson´s Bay Company. Su anecdotario debía ser rico, y el un buen narrador oral, porque sus jefes le animaron a escribir esos recuerdos de sus viajes por territorio inhóspito, naturaleza salvaje, en estado puro. Su contacto también con los indios deja un buen sabor al hombre de frontera americano, tal vez uno de los últimos, en el norte de Quebec. Con toda su carga de buenismo hacia un trabajo que debía ser muy duro y en un ambiente hostil de verdad, me ha parecido muy ameno. Se ve que recuerda con cariño aquella vida con sus animales salvajes como alces atravesando ríos, noches de acampada, indios que se acercan a pedirles algo, novatos de la ciudad buscando oro, inuits en la costa de Labrador, la supervivencia de los esquimales en la Tierra de Baffin, colonos rusos dispuestos a emprender una nueva vida por encima del paralelo 53... Son todo historias cortas y fáciles de contar, y por tanto, de leer, de quien lo ha visto todo por aquellos parajes hace un siglo. Es un versus entre vida natural y vida urbana, entre trueque y capitalismo, entre sobrexplotación de recursos y compromiso con la naturaleza.
El ultimo capitulo es una afirmación personal de lo mucho que amo este estilo de vida que me ha encantado