Ver Viajes del Mundo en un mapa más grande

martes, 4 de marzo de 2025

LA BESTIA DEL CORAZON, de Herta Muller

 LA BESTIA DEL CORAZÓN, de Herta Müller



"Cuando callamos, nos tornamos desagradables, dijo Edgar. Cuando hablamos, nos tornamos ridículos. "

Una chica nos cuenta su vida en la ciudad a la que ha ido a estudiar. Vive en una residencia de estudiantes femenina. Su familia vive en el pueblo. Es como un diario continuo de lo que le pasa sin una diferenciación de capítulos, como una continua experiencia de lo mismo: la bestia del corazón que se instala en su cuerpo o en los objetos que la rodean. Nunca sabremos el nombre de ella (tampoco el del dictador, pero por diferentes motivos). Sobrevive como una más en una sociedad que te niega la humanidad, pero ella se revela contra este estado demostrando que siente, añora, padece, ríe y sufre. Por eso encaja con los tres amigos que la rodean (Georg, Kurt y Edgar), y por eso se previene de otras muchas personas que nos va a ir mostrando por el camino: Lola, compañera de la residencia que parece su alter ego pero tomando el camino no de la fuga de Rumania sino del suicidio, Teresa la amiga que la traiciona, los recuerdos de su alcohólico padre de las SS, la madre y sus dolores por correspondencia, el capitán Pjele y su perro del mismo nombre que interroga y coacciona a los cuatro amigos disidentes... El dictador es una especia de motor primario de todo lo que les pasa.

El relato, de 196 páginas, es rico en simbolismos y profundas metáforas. Por ejemplo, Lola, una compañera de la protagonista, intentó sobrevivir en este mundo desquiciado plegandose a sus exigencias (más corruptas que ideológicas) con el resultado de no poder soportarlo. Lola se suicidó con un cinturón. La protagonista nunca lleva cinturón, pero no le faltan los mismos impulsos. El cinturón es un símbolo continuo.

La novela tiene muchos momentos crípticos: hay momentos en los que parecemos estar viendo escenas de una película de David Lynch. El simbolismo es potente, se recurre a sueños, a momentos de la vida normal intensificados de forma surrealista que pueden ser descifrados con ayuda de esos mismos símbolos utilizados en otros contextos, como el cinturón, o la nieve cuando cae, el cabello, etc.

Más tarde conoce a su interrogador Pjele de las sesiones en comisaría, y su perro que se llama igual (tal vez lo menos sutil de la obra, pero un tipo así se lo merece). Y a Tereza y a Margit, que le alquila una habitación al irse de la residencia. Está última es descrita parodicamente en sus costumbres de beata. Con ellas, y la modista, se sirve para contar, a veces con un cierto humor chusco, como hace la gente para ganarse un espacio pequeño de libertad a espaldas del Estado: el estraperlo, el soborno, echar las cartas para adivinar el futuro, los planes de huida de Rumania. Poner en orden el futuro personal a base de cartomancia es como descifrar lo imprevisible de cualquier esfuerzo individual. ¿Significan estos detalles de la obra un ajuste de cuentas con el régimen rumano? ¿Un echar en  cara lo que durante toda su vida tuvo que callarse? Müller lo publicó en 1994.

La relación de la protagonista con Tereza tiene detalles semejantes a algo que le pasó en realidad a la autora al exiliarse a Alemania, así como en detalles de la vida de su padre y el padre de la protagonista. Seguramente hay bastantes más. En relación a Tereza, nunca había leído una declaración de amor escrita por Herta Müller como la que aquí escribe, a la par que su dolor por la traición a esos sentimientos. Como todo en ella cuando describe un hecho, es un pasaje descarnado, potente, desolador. Casi un grito contra esa bestia del corazón que salta de su acecho insidioso y te abruma hasta las lágrimas de repente. Entonces la actitud de las personas dominadas por la bestia del corazón redunda en crueldad. Pienso que es una paráfrasis del miedo, pero también, según creo, podría definirse como una relación hacia ti mismo o hacia otras personas en las que, pensando que les muestras atención o incluso afecto, los hieres profundamente porque no sabes hacerlo de otra manera. Y cuando los dejas temblando uno mismo siente el gozo de haberlo hecho así. Es muy cruel y retorcido, dos cualidades que sobresalen en la novela, pero esa crueldad es un goteo constante que en la sociedad y en las familias permea de arriba a abajo. Tal vez, el capitán Pjele actua de conciencia social porque espia la intimidad de todos los amigos de la protagonista, habla con ellos por separado y los juzga.

El estilo de Müller es tan profundo y significativo como la trama, más allá de las idas y venidas cronológicas, las evocaciones temporales de la anónima protagonista. Ella misma construye su mundo literario a base de su experiencia dentro del estado totalitario y de un estilo altamente poético, con un potencial de resignificación de las palabras que te admira y te abruma por su peso. O dicho de otra manera, no es una lectura fácil, requiere poner mucha atención (el interés se presupone) pero a cambio reporta muchísimo deleite y admiración por la novela y su autora.

Lo que hace interesante la novela es su capacidad inmersiva en la experiencia de la autora, el totalitarismo. No divierte con estrategias narrativas, te cautiva con un mundo en el que escuchas hasta la caída de la nieve o el jadeo del perro Pjele en el cuarto de los interrogatorios solo por el peso de las palabras.

No hay comentarios: